lunes, 3 de octubre de 2011

RESUMEN DE LA OBRA AZUL


1. EL REY BURGUÉS.
Había una vez un rey muy poderoso. Éste vivía en un gran palacio en una ciudad inmensa.
Un día llegó al palacio un poeta pidiéndole comida; el rey le contestó que si hablaba comería. El poeta entonces comenzó a hablar del arte y de la poesía, de una forma rítmica, de tal forma que a la vez hacía poesía.
Entonces, el rey preguntó a los que estaban allí qué hacer, y un filósofo le dijo que el poeta podía ganarse el pan tocando un instrumento en el Jardín de los Cisnes; y el rey así lo hizo.
Cada vez que el rey se paseaba le daba un trozo de pan. Al llegar el invierno, una noche, en el palacio se preparó un festín, y el poeta, debido al frío murió, y nadie hasta el siguiente día se enteró.
Ideas Modernistas:
  • Descripción de lugares exóticos, como forma del autor de evadirse.
  • Narrador omnisciente, que sabe todo lo que ocurre y pasa a lo largo de todo el cuento.
  • El tema predominante es el de hablar de la situación social del momento, en este caso, de los pobre y los mendigos.
  • Utilización del simbolismo, en el que, con una simple palabra ya se sabe qué clase de persona es: el rey BURGUÉS, imaginamos que es un rey poderoso, altivo y algo avaricioso, el POETA, suponemos que, aunque sea pobre, es una persona pura, limpia.
2. EL SÁTIRO SORDO.
Un sátiro, rey de su selva, fue a “espiar” a Apolo que estaba tañendo su lira. Al ver la osadía del sátiro, Apolo le castigó dejándole sordo, de tal forma que no podía escuchar nada de lo que ocurría en su selva.
El sátiro tenía dos consejeros áulicos: la alondra y el asno, que le ayudaban a entender las cosas que ocurrían en la selva y él no oía.
Orfeo, un poeta (que tañía su lira haciendo sonreír a todos los animales) espantado de la miseria de los hombres, quiso huir de los bosques, yendo a la selva del sátiro.
Llegó allí con su lira, se colocó enfrente del sátiro y empezó a cantar. Cuando terminó su repertorio, le preguntó al sátiro si podía quedarse en su selva.
Éste les pidió ayuda a sus consejeros. Finalmente, el sátiro le negó su estancia allí y Orfeo quiso ahorcarse, pero en lugar de quitarse la vida, se casó con Eurípides.
Ideas Modernistas:
  • Preferencia por palabras esdrújulas, por su valor musical.
  • Empleo del adjetivo como metáfora.
  • Utilización de la técnica impresionista.
  • Utilización de lugares y ambientes exóticos e irreales, como forma de huida de una realidad que no les gusta.
  • Influencia “Parnasianista” en el estilo, en la que se apuesta por un tipo de literatura de gran perfección formal y con un léxico muy cuidado (“arte por el arte”).
Narrador omnisciente, que conoce todo lo interior y lo exterior de los personajes.
3. LA NINFA.
En el castillo de Lesbia, en la hora del chartreuse, en la mesa se encontraban seis amigos actores, la mesa estaba presidida por Aspasia.
Lesbia comentó que le gustaban los sátiros, los seres mitológicos y las ninfas. Un sabio que allí se encontraba, habiéndose basado en hechos históricos pasados, les dijo que ya bastaba de tanta sabiduría, pues al él lo que le gustaban eran las ninfas, pero que no existían. Pero Lesbia decía que él sí las veía.
Un día de primavera, mientras un amigo de Lesbia (el que cuenta la historia) vagaba por el laberinto del castillo, oyó un ruido, se acercó al lugar donde se había producido, y vio a una ninfa dentro de un estanque, salió de éste y se marchó corriendo por los rosales.
Después se reunió con los demás actores y Lesbia les dijo el amigo había visto una ninfa y que ella le estaba mirando. Todos quedaron asombrados, observando cómo se miraban.
Ideas Modernistas:
  • Escenarios exóticos e irreales, que representan la huida de la realidad del autor.
  • Narrador omnipresente, que se encarna en forma de protagonista que cuenta su historia.
  • Tema nuevamente social: la burguesía, pues en esta época, los autores se preocupaban por la situación del país.
  • Empleo de la técnica impresionista, en la que se utilizan observaciones muy detalladas del paisaje y de las cosas descritas y brillantes adjetivos, que resaltan las descripciones.
4. EL FARDO.
Cuenta que el tío Lucas, un viejo pescador, iba todos los días con su hijo de pesca. Vendían los fardos que pescaban, y si había buena venta, por la tarde también iban a pescar.
Pero un Sábado, por el reumatismo, el tío Lucas no pudo ir, y mandó a su hijo ir solo a la tarea diaria.
Pescó muchos fardos, y en uno, el más grande, se colocó encima de él para poder acabar su tarea, atando una cuerda a éste, para así poder subir las redes y coger los últimos peces (estaba ya acercándose a la playa), cuando, de pronto, la cuerda se soltó del fardo, haciendo que éste cayera sobre el hijo del tío Lucas y éste, con el fardo encima, sobre el filo de la lancha, rompiéndole los riñones, desencajándole el espinazo y echando por la boca sangre negra.
El tío Lucas lloraba abrazado al cuerpo de su hijo.
Ideas Modernistas:
  • Pesimismo por la realidad en la que viven.
  • Descripción de lugares de ensueño, como una forma de evasión.
Narrador omnisciente, que sabe todo lo que ocurre, y encarnado en forma de testigo que cuenta la historia y habla con el tío Lucas.
5. EL VELO DE LA REINA MAB.
Las hadas habían repartido todos sus dones; La reina Mab se coló por la ventana de su buhardilla y vio cuatro hombres, a uno le había tocado una cantera, a otro el iris, al tercero el ritmo y al último el cielo azul.
El primero con Grecia en la cabeza, alababa a las venus y los dioses de ésta. El segundo protestaba, diciendo que para qué quería el iris, si después sus cuadros no se ponían en ningún sitio y tenía que cobrarlos más baratos. El tercero decía que pondría su alma en la gran ilusión de sus sinfonías, temiendo todas sus decepciones, y el último alababa las epopeyas y todos los elementos que la componían.
Entonces, la reina Mab cogió su Velo de los Sueños y envolvió a los cuatro hombres, y desde entonces se piensa en el porvenir de los brillantes infelices y se oyen risas que quitan la tristeza.
Ideas Modernistas:
  • Narrador omnipresente, que sabe todo lo que les ocurre a los personajes, tanto exterior como interiormente.
  • Descripción de lugares irreales, como medio de huida y evasión de los autores.
  • Empleo de la técnica impresionista, en la que se realizan buenas descripciones con brillantes adjetivos y detalladas observaciones.
6. LA CANCIÓN DEL ORO.
Cuenta la historia de un harapiento que va vagabundeando por las calles hasta llegar a la “gran calle de los palacios”.
En ésta, comienza a observar por las vidrieras, viendo todo lo que tienen dentro los hoteles.
La noche se va echando encima, y el mendigo come un poco de pan para poder combatir mejor el frío.
Comienza a cantar una canción, en la que siempre, al principio de cada oración dice: “¡Cantemos el oro!”. Es como un himno para él.
En medio de la noche, el vagabundo y esta canción van haciendo eco, mezclando gemidos, ditirambos y carcajadas.
Más tarde, cuando la canción terminó, pasó una vieja y él pidió limosna. Ésta le dio un mendrugo de pan duro, y el mendigo se fue por las sombras y las tinieblas, castañeando los dientes.
Ideas Modernistas:
  • Utilización del adjetivo de forma metafórica, intentando que la lengua sea bella en sí misma.
  • Descripción de lugares fríos, tenebrosos, y un poco irreales, como huída de la realidad.
  • Pesimismo de la época.
  • Narrador omnisciente, que parece un testigo de lo que está ocurriendo.
  • Influencia “Parnasianista”, en la utilización de brillantes adjetivos que hacen el objeto muy “cargado”.
Repetición de “¡cantemos el oro!”, que da ritmo y musicalidad a la historia.
7. EL RUBÍ.
Un gnomo está dando vueltas por el palacio diciendo q los hombres pueden hacer rubíes y zafiros.
El cuerpo del delito estaba allí en el centro de la gruta, entonces, el gnomo cogió su cinturón y llamó a todos los gnomos, entre ellos el más viejo y maléfico: Puck.
Tras las miradas de todos asombrados, Puck comenzó a contar la historia de cómo después de recorrerse las calles parisinas, vio cómo se hacía el rubí. También dijo que había cumplido una promesa: traer un rubí, y les contó la historia que le sucedió.
Salió disparado de un volcán, al caer, vio a una bella mujer, la cogió, dio un golpe a la tierra y se la llevó. Mientras estaba dormida, Puck empezó a picar los rubíes; ya agotado, decidió irse a dormir, pero al rato despertó por un ruido, eran los gritos de la hermosa mujer; había intentado salir para buscar a su amado, porque entre ellos se comunicaban y había caído en los rubíes y estaba toda desangrada.
Al oír esta historia, los gnomos empezaron a martillar el rubí y a quitar todas las piedras de las paredes y las echaron al fondo de un agujero mientras Puck se marchaba.
Ideas Modernistas:
  • Narrador omnisciente, que sabe todo lo que ocurre.
  • Utilización de escenarios irreales, pues los gnomos no existen mas que en fantasía, que representan la evasión de los autores.
  • Utilización del adjetivo como metáfora.
8. EL PALACIO DEL SOL.
Berta era una niña de 15 años que padecía anemia y siempre estaba triste.
Su madre llamó al doctor, y éste le recomendó glóbulos de ácido arsenioso y duchas. Berta mejoró gracias al tratamiento, pero seguía estando triste.
Llegó un día a las puertas de su muerte, y todos los del palacio lloraban (porque era de una familia rica). Pero una mañana, ella estaba en el jardín y vio que de una flor salía un hada: era el hada de los sueños de las adolescentes que las llevaba al palacio del sol, y que curaba a las cloróticas con sólo llevarlas en su carro de oro al palacio del sol.
Cuando descendió, estaba toda su familia boquiabierta, pues Berta estaba saltando y cantando.
Ideas Modernistas:
  • Lugares exóticos e irreales, que representan la evasión del autor.
  • Utilización del adjetivo de forma metafórica.
  • Empleo de la técnica impresionista, de grandes observaciones subrayadas con brillantes adjetivos.
  • Utilización de los estamentos privilegiados como tema del cuento.
Repetición de estrofas, que dan musicalidad a la historia.
9. EL PÁJARO AZUL.
En el café Plombier se encontraba el hombre más querido entre ellos, Garcín, bautizado por ellos como Pájaro Azul.
Un día recibió una carta de su padre, que le decía que fuera a llevar los libros al almacén y que cuando hubiera llegado, quemara sus manuscritos y entonces tendría su dinero.
Garcín rompió las cartas e improvisó unos versos. Desde entonces Garcín cambió de carácter y escribió un libro titulado “El Pájaro Azul” y lo recitaba en el café poniendo a todos cara de asombro. Un día llegó riendo, pero en realidad estaba muy triste porque Niní había muerto.
Al día siguiente cuando llegó al bar todos le aplaudieron, el dijo que su pájaro azul iba a escapar; y posteriormente se marchó.
A la mañana siguiente, el café no era lo mismo: todos se marcharon a sus habitaciones, allí habían encontrado un coronel con un disparo en el cráneo y una nota que decía: “Hoy, en plena primavera, dejo abierta la puerta de la jaula al pobre pájaro azul”.
Ideas Modernistas:
  • Narrador omnisciente, que sabe todo lo que les ocurre a los personajes.
  • Empleo de escenarios exóticos e irreales como representación de la evasión del autor.
10. PALOMAS BLANCAS Y GARZAS MORENAS.
Rubén cuenta que, cuando él era pequeño se llevaba muy bien con su prima Inés.
Tuvo que ir a un internado a estudiar sus cursos de Bachillerato, y cuando regresó para estar con su abuela y con se prima Inés, la encontró hecha una mujer.
Él le dijo dos veces que la amaba, y ella se echaba a reír.
Tuvo que irse a otro país, y allí, en una fiesta, conoció a Elena, su primer amor verdadero. Con ella soñó y se dio su primer beso, el primer beso recibido de labios de mujer.
Ideas Modernistas:
  • El narrador es el protagonista de la historia.
  • La mujer se idealiza, siendo, la que amas, un amor imposible.
  • Descripción de lugares exóticos, con motivo de la necesidad de huir de la realidad en la que vive el autor.
  • Utilización del adjetivo de forma metafórica.
  • Utilización de simbolismos para representar a la mujer: para referirse a su prima Inés, utiliza el término “palomas blancas”, y para hablar de Elena, utiliza el término “garzas morenas”.

    Análisis Azul



    Competencia 
    Con el análisis de Azul, de Rubén Darío se puede desarrollar la competencia número 4, en la cual se desarrollan conocimientos literarios y de distintos tipos de lenguaje ya que Distingue el lenguaje literario frente a otros tipos de lenguaje, de acuerdo a sus funciones. 
    Datos del autor 
    Rubén Darío nació en 1867 en Nicaragua. Su obra Azul publicada en 1888 es considerada la más representativa del modernismo. Esto se debe a sus variaciones temáticas, el uso de recursos estilísticos y sus innovaciones métricas. Además, tiene una combinación de prosa y poesía en la que destaca el preciosismo, exotismo y la riqueza del lenguaje, los cuales caracterizan al modernismo. Murió en 1919 en Nicaragua. 
    Características 
    Azul es la obra más representativa del modernismo. Marca lo mejor de este movimiento literario. Una de sus características más importantes es la mezclaque se da de prosa y verso. En todos los cuentos cortos y los poemas podemos apreciar una descripción pictórica de los paisajes. El narrador es omnisciente o en primera persona. Usa la rima y la repetición como efectos musicales. Utiliza el simbolismo y las metáforas. La evasión de la realidad es una característica muy importante del modernismo y definitivamente se muestra en este libro. Los temas de cada cuento y poema son bastante diferentes entre si, ya que durante el modernismo no existió un tema definido. Utiliza un lenguaje elegante. 
    Contextos 
    Fragmentos 
    La descripción de los paisajes es una característica del modernismo y se puede apreciar en los siguientes fragmentos del El Rey Burgués y Acuarela. 
    _“El rey tenía un palacio soberbio donde había acumulado riquezas y objetos dearte maravillosos. Llegaba a él por entre grupos de lilas y extensos estanques, siendo saludado por los cisnes de cuellos blancos, antes que por los lacayos estirados. Buen gusto. Subía por una escalera llena de columnas de alabastro y de esmaradigna, que tenía a los lados leones de mármol como los...

    obras de Ruben Dario


    Rubén Dario
    Ruben_Dario.jpg (17022 bytes)

    Ø      La Pluma Azul (Edición 154)
    Ø      Sor Filomena (153)
    Ø      El año que viene siempre es azul (152)
    Ø      Cuento de Pascua (151)
    Ø      La leyenda de San Martín (150)
    Ø      Voz de Lejos (149)
    Ø      Morbo et Umbra (148)
    Ø      Betún y Sangre (147)
    Ø      Mi Tia Rosa (146)
    Ø      El Humo de la Pipa (145)
    Ø      El Sátiro Sordo (144)
    Ø      El Rubí (143)
    Ø      Carta del país azul (142)
    Ø      La Muerte de la Emperatriz de la China (141)
    Ø      La Ninfa (140)
    Ø      En las Batallas de las Flores (139)
    Ø      Palomas Blancas y Garzas Morenas (138)
    Ø      El velo de la Reina de Mab (137)
    Ø      El Cuento de Martín Guerre (136)
    Ø      Historia de un Sobretodo (135)
    Ø      El Fardo (134)

    Ruben Dario


    Rubén Darío
    (Metapa, 1867 - León, 1916) Seudónimo del gran poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, iniciador y máximo representante del Modernismo hispanoamericano. Su familia era conocida por el apellido de un abuelo, "la familia de los Darío", y el joven poeta, en busca de eufonía, adoptó la fórmula "Rubén Darío" como nombre literario de batalla.
    Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares, tutelado por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos románticos comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de terciopelo ajado. Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible.
    Casi por azar nació Rubén en una pequeña ciudad nicaragüense llamada Metapa, pero al mes de su alumbramiento pasó a residir a León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García, habían fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero próspero sólo en disgustos. Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el incansable Manuel se entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa huía de vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de sus parientes. No tardaría ésta en dar a luz una segunda hija, Cándida Rosa, que se malogró enseguida, ni en enamorarse de un tal Juan Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a su primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo", situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
    No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido recientemente una niña y lo acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio Rubén a Rosa Sarmiento, a quien desconocía, y poco más o menos a Manuel, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez.
    Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Bécquer y por Victor Hugo fue su vocación de eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las bellaquerías detrás de la puerta".
    Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se orientaron irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de ojos verdes llamada Rosario Emelina Murillo, en el catálogo de sus pasiones había anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel Swan, y a la trapecista Hortensia Buislay. Ninguna de ellas, sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela sentimental Emelina sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.
    En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: "Quiero tener una buena posición social"."
    En este elocuente episodio, Rubén expresa sin tapujos sus ambiciones burguesas, que aún vería más dolorosamente frustradas y por cuya causa habría de sufrir todavía más insidiosamente en su ulterior etapa chilena. En Chile conoció también al presidente suicida Balmaceda y trabó amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el aristocrático círculo de allegados de éste; sin embargo, para poder vestir decentemente, se alimentaba en secreto de "arenques y cerveza", y a sus opulentos contertulios no se les ocultaba su mísera condición. Publica en Chile, a partir de octubre de 1886, Abrojos, poemas que dan cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido, y ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila consigue enjugar su dolor.
    Para un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribe Otoñales, que obtiene un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, y Canto épico a las glorias de Chile, por el que se le otorga el primer premio, compartido con Pedro Nolasco Préndez, y que le reporta la módica suma de trescientos pesos.
    Pero es en 1888 cuando la auténtica valía de Rubén Darío se da a conocer con la publicación de Azul, libro encomiado desde España por el a la sazón prestigioso novelista Juan Valera, cuya importancia como puente entre las culturas española e hispanoamericana ha sido brillantemente estudiada por María Beneyto. Las cartas de Juan Valera sirvieron de prólogo a la nueva reedición ampliada de 1890, pero para entonces ya se había convertido en obsesiva la voluntad del poeta de escapar de aquellos estrechos ambientes intelectuales, donde no hallaba ni el suficiente reconocimiento como artista ni la anhelada prosperidad económica, para conocer por fin su legendario París.
    El 21 de junio de 1890 Rubén contrajo matrimonio con una mujer con la que compartía aficiones literarias, Rafaela Contreras, pero sólo al año siguiente, el 12 de enero, pudo completarse la ceremonia religiosa, interrumpida por una asonada militar. Más tarde, con motivo de la celebración del cuarto Centenario del Descubrimiento de América, vio cumplidos sus deseos de conocer el Viejo Mundo al ser enviado como embajador a España.
    El poeta desembarcó en La Coruña el 1 de agosto de 1892 precedido de una celebridad que le permitirá establecer inmediatas relaciones con las principales figuras de la política y la literatura españolas, pero, desdichadamente, su felicidad se ve ensombrecida por la súbita muerte de su esposa, acaecida el 23 de enero de 1893, lo que no hace sino avivar su tendencia, ya de siempre un tanto desaforada, a trasegar formidables dosis de alcohol.
    Precisamente en estado de embriaguez fue poco después obligado a casarse con aquella angélica muchacha que había sido objeto de su adoración adolescente, Rosario Emelina Murillo, quien le hizo víctima de uno de los más truculentos episodios de su vida. Al parecer, el hermano de Rosario, un hombre sin escrúpulos, pergeñó el avieso plan, sabedor de que la muchacha estaba embarazada. En complicidad con la joven, sorprendió a los amantes en honesto comercio amoroso, esgrimió una pistola, amenazó con matar a Rubén si no contraía inmediatamente matrimonio, saturó de whisky al cuitado, hizo llamar a un cura y fiscalizó la ceremonia religiosa el mismo día 8 de marzo de 1893.

    Retrato de Ruben Darío a los 28 años
    Naturalmente, el embaucado hubo de resignarse ante los hechos, pero no consintió en convivir con el engaño: habría de pasarse buena parte de su vida perseguido por su pérfida y abandonada esposa. Lo cierto es que Rubén concertó mejor apaño en Madrid con una mujer de baja condición, Francisca Sánchez, la criada analfabeta de la casa del poeta Villaespesa, en la que encontró refugio y dulzura. Con ella viajará a París al comenzar el siglo, tras haber ejercido de cónsul de Colombia en Buenos Aires y haber residido allí desde 1893 a 1898, así como tras haber adoptado Madrid como su segunda residencia desde que llegara, ese último año, a la capital española enviado por el periódico La Nación.
    Se inicia entonces para él una etapa de viajes entusiastas Italia, Inglaterra, Bélgica, Barcelona, Mallorca... y es acaso entonces cuando escribe sus libros más valiosos: Cantos de vida y esperanza(1905), El canto errante (1907), El poema de otoño(1910), El oro de Mallorca (1913). Pero debe viajar a Mallorca para restaurar su deteriorada salud, que ni los solícitos cuidados de su buena Francisca logran sacar a flote. Por otra parte, el muchacho que quería alcanzar una "buena posición social", no obtuvo nunca más que el dinero y la respetabilidad suficientes como para vivir con frugalidad y modestia, y de ello da fe un elocuente episodio de 1908, relacionado con el extravagante escritor español Alejandro Sawa, quien muchos años antes le había servido en París de guía para conocer al perpetuamente ebrio Verlaine.
    Sawa, un pobre bohemio, viejo, ciego y enfermo, que había consagrado su orgullosa vida a la literatura, le reclamó a Rubén la escasa suma de cuatrocientas pesetas para ver por fin publicada la que hoy es considerada su obra más valiosa, Iluminaciones en la sombra, pero éste, al parecer, no estaba en disposición de facilitarle este dinero y se hizo el desentendido, de modo que Sawa, en su correspondencia, acabó por pasar de los ruegos a la justa indignación, reclamándole el pago de servicios prestados. Según declara ahora, él habría sido el autor o negro, en argot editorial de algunos artículos remitidos en 1905 a La Nación y firmados por Rubén Darío. En cualquier caso, será al fin el poeta nicaragüense quien, a petición de la viuda de Alejandro Sawa, prologará enternecido el extraño libro póstumo de ese "gran bohemio" que "hablaba en libro" y "era gallardamente teatral", citando las propias palabras de Rubén.
    Y es que al final de su vida, el autor de Azul no estaba en disposición de favorecer a sus amigos más que con su pluma, cuyos frutos ni aun en muchos casos le alcanzaban para pagar sus deudas, pero ganó, eso sí, el reconocimiento de la mayoría de los escritores contemporáneos en lengua española y la obligada gratitud de todos cuantos, después que él, han intentado escribir un alejandrino en este idioma. En 1916, al poco de regresar a su Nicaragua natal, Rubén Darío falleció, y la noticia llenó de tristeza a la comunidad intelectual hispanoparlante.
    La obra de Rubén Darío
    Su poesía, tan bella como culta, musical y sonora, influyó en centenares de escritores de ambos lados del océano Atlántico. Darío fue uno de los grandes renovadores del lenguaje poético en las Letras hispánicas. Los elementos básicos de su poética los podemos encontrar en los prólogos a Prosas profanas,Cantos de vida y esperanza y El canto errante. Entre ellos es fundamental la búsqueda de la belleza que Rubén encuentra oculta en la realidad. Para Rubén, el poeta tiene la misión de hacer accesible al resto de los hombres el lado inefable de la realidad. Para descubrir este lado inefable, el poeta cuenta con la metáfora y el símbolo como herramientas principales. Directamente relacionado con esto está el rechazo de la estética realista y su escapismo a escenarios fantásticos, alejados espacial y temporalmente de su realidad.
    Enteramente inquieto e insatisfecho, codicioso de placer y de vida, angustiado ante el dolor y la idea de la muerte, Darío pasa frecuentemente del derroche a la estrechez, del optimismo frenético al pesimismo desesperado, entre drogas, mujeres y alcohol, como si buscara en la vida la misma sensación de originalidad que en la poesía o como si tratara de aturdirse en su gloria para no examinar el fondo admonitor de su conciencia. Este "pagano por amor a la vida y cristiano por temor de la muerte" es un gran lírico ingenuo que adivina su trascendencia y quiere romper el cerco tradicional de España y América: y lo más importante es que lo consigue. Es necesario romper la monótona solemnidad literaria de España con los ecos del ímpetu romántico de Victor Hugo, con las galas de los parnasianos, con el "esprit" de Verlaine; los artículos de Los raros (1896), de temas preponderantemente franceses, nos hablan con claridad de esta trayectoria.
    Pero también América hispánica se está encerrando en un círculo tradicional, con lo norteamericano por arriba y los cantos a Junín y a la agricultura de la Zona Tórrida por todas partes; y allá van sus Prosas profanas, con unas primeras palabras de programa, en las que figuran composiciones tan singulares y brillantes como el Responso a VerlaineEra un aire suave... y la Sonatina. Ha triunfado el modernismo: había que reaccionar contra la ampulosidad romántica y la estrechez realista; las inquietudes de Casal, de James Freyre, de Asunción Silva, de Martí, de Díaz Mirón, de Salvador Rueda, son recogidas y organizadas por el gran lírico, que, influido por el parnasianismo y el simbolismo franceses, echa las bases de la nueva escuela: el modernismo, punto de partida de toda la renovación lírica española e hispanoamericana.
    Pero él rechaza las normas de la escuela y la mala costumbre de la imitación; dice que no hay escuelas, sino poetas, y aconseja que no se imite a nadie, ni a él mismo... Ritmo y plástica, música y fantasía son elementos esenciales de la nueva corriente, más superficial y vistosa que profunda en un principio, cuando aún no se había asentado el fermento revolucionario del poeta. Pero pronto llega el asentamiento. El lírico "español de América y americano de España", que había abierto a lo europeo y a lo universal los cotos cerrados de la Madre Patria y de Hispanoamérica, miró a su alma y su obra, y encontró la falta de solera hispánica: "yo siempre fui, por alma y por cabeza, / español de conciencia, obra y deseo"; y en la poesía primitiva y en la poesía clásica española encontró la solera hispánica que necesitaba para escribir los versos de la más lograda y trascendente de sus obras: Cantos de vida y esperanza (1905), en la que corrige explícitamente la superficialidad anterior ("yo soy aquel que ayer no más decía..."), y en la que figuran composiciones como Lo fatal, La marcha triunfal,Salutación del optimistaA Roosevelt y Letanía de Nuestro Señor don Quijote.
    El gran lírico nicaragüense abre las puertas literarias de España e Hispanoamérica hacia lo exterior, como lo harán en seguida, en plano más ideológico, los escritores españoles de la generación del 98. La Fayette había simbolizado la presencia de Francia en la lucha norteamericana por la independencia; las ideas de los enciclopedistas y de la Revolución francesa habían estado presentes en la gesta de la independencia hispanoamericana: ¿qué tiene de sorprendente que Rubén Darío buscara en Francia los elementos que necesitaba para su revolución? Quiso modernizar, renovar, flexibilizar la grandeza hispánica con el "esprit", con la gracia francesa, frente al sentido materialista y dominador del mundo anglosajón y, especialmente, norteamericano.
    Otras composiciones trascendentes figuran en otros libros suyos: El canto errante (1907), Poema del otoño y otros poemas (1910), en el que figuran Margarita, está linda la mar... y Los motivos del lobo, y el libro que contiene su composición más extensa, el Canto a la Argentina, que con otros poemas se publicó en 1914. La prosa suya, además de en Azul y en Los raros, podemos encontrarla en Peregrinaciones (1901), La caravana pasa (1902) y Tierras solares (1904), entre otros trabajos de menor interés concernientes a viajes, impresiones políticas, autobiográficas, etc.
    Rubén Darío es un genio lírico hispanoamericano de resonancia universal, que maneja el idioma con elegancia y cuidado, lo renueva con vocablos brillantes, en un juego de ensayos métricos audaces y primorosos, y se atreve a realizar con él combinaciones fonéticas dignas de fray Luis de León, como aquella del verso: "bajo el ala aleve de un leve abanico"; pero la aliteración es sólo un aspecto parcial de la musicalidad del poeta, maestro moderno y universal del ritmo, la imagen y la armonía.

    Ruben Dario